domingo, 31 de mayo de 2015

Acapulquito


Una noche más en Acapulquito, es difícil decirles como llegué aquí, todo es muy confuso, aunque solo llevo 12 días y tres comidas ya he olvidado mi estancia como si fueran años. Todo empezó un jueves por la tarde. Yo tenia una novia reciente, chaparrita y bien formada, la verdad que hacía mucho tiempo que no conseguía ligar con una chica así de guapa, un cabello larguísimo y naranja, no como las actrices si no un naranja ya desgastado como si el tinte de pelo se estuviera cayendo, ella me juraba que nunca se lo había pintado. Yo tan natural y ella tan mentirosa, soñaba con casarme aunque de novios llevábamos dos semanas, pero ya saben lo que dicen, después de los 30 puede ser un boleto del último tren, aunque no tengo 30 y nunca he usado un tren.

Aquí en Acapulco hay muchas turistas, tal vez debería casarme con una de ellas, sí, eso es lo que haré, mañana cuando vaya a la quebrada a ver a los clavadistas, fingiré ser uno de ellos y así podré atraerlas...

Bueno creo que me perdí, es algo que me pasa seguido y deberían saberlo porque si desvarío no es porque quiera, en clase de matemáticas me lo habían dicho. -Oye Carlo, no deberías voltear a otro lado mientras explico. Yo solo asentía con la cabeza, la verdad es que yo de eso de las matemáticas no se nada, todo iba bien con aritmética y cosas así, sumar, restar, multiplicar y hasta el valor de pi, todo cambió cuando me presentaron las ecuaciones, que saca el valor de X, o saca el valor de Y y no solo conformes con hacerme sufrir con esas letras, a veces me las cambiaban por la A o por la B y hasta la Z. Pues así creo que es la vida, como una clase de matemáticas interminable, donde apenas conoces tu ciudad y tus gustos y hay que aprender de nuevo porque ya todo se perdió. Hablando otra vez de Clara, ¿Ya había dicho que se llama Clara? Bueno, les decía, muy bella como para ser cierto, a veces pensaba que me iba levantar y todo sería un sueño. pero no, me levantaba y ella seguía ahí.

Para el viernes sus padres habían decidido viajar y dejar su casa a su cuidado, claro que me alegre por esa decisión, ellos sabían que yo iría y pasaría todo el fin de semana durmiendo en su cama pero no pudieron posponer el viaje, los padres estaban pasando por una gran crisis y ese viaje hubiera podido salvar su matrimonio. El primer día la pasamos viendo películas y solo nos movíamos para tener sexo, yo con un poco de miedo pensaba que no la satisfacía, ella gritaba muy fuerte y yo solo que si 2+2 o 2*2 o 2-2, tal vez para eso eran las clases de matemáticas, para pensar en ellas mientras tienes sexo, que despeja la ecuación o saca el valor de Z. Al siguiente día probé la vida marital, un buen chocomilk en la cama y unos huevos espantosos, pero veía en su cara la necesidad de complacerme y yo la halagaba, de todos modos me despertaría al otro día y todo sería un sueño pensé. Eran contadas las veces que había podido probar el amor y con miedo debo decir que después de ella no lo siento. Leyendo varios libros de esos de superación personal, leí que los hombres deben de amarse a sí mismo para amar a los demás, yo prontamente disentí con ellos, porque pude amar sin amarme, esos hombres no me conocen, porque si lo hicieran estarían afirmando lo contrario.

-Amor, puedes ayudarme a lavar los trastes, es difícil hacer todas las tareas del hogar, ya conoces como son mis padres, donde cuenten los platos sucios y se den cuenta que hay un plato de más en cada comida podrían tomarme por prostituta y tendría que irme a vivir contigo y pues yo se que vives muy a gusto tu solito.

La vida era buena, por fin, no me había sentido tan cómodo desde que bese a mi maestra de Ética en la graduación de la vocacional, yo estaba ebrio, la tome de la mano y le declare mi amor, digamos que ella no estuvo de acuerdo y la verdad es que no le pregunté, fue excelente ver su rostro, enojada pero chapeteada, cada que besaba a Clara pasaba lo mismo, ella decía que besos no, que le daba un poco de asco y no puedo culparla, yo le dije a mi mama que no me pusieran esos dientes de plata, que me traería más problemas que el estar todo chimuelo.

El primer día que estuve aquí en Acapulco, bajando del taxi y ya acostumbrado a la vida marital solo pude hacer una cosa, sí, buscar prostitutas, ese nombre me disgusta, mi padre llamaba así a mi madre cuando íbamos de paseo y los hombres la miraban con deseo, para sentirme comodo y por respeto, las llamaré profesionales del amor, en el D.F. Aprendí más de ellas que de mis compañeras de salón, ellas me enseñaron que unir los labios tiene un alto valor, que solo se besa a quien se ama y se coge a quien te paga. Por eso lo del beso dejó de importarme, ya no era mi diente de plata si no ausencia de amor. Cuando llegue con "las pros del amor" quede sorprendido, podías encontrarlas en la calle fácilmente, debajo de las palmeras y con escotes hermosos. El calor es bellísimo, puedes admirar mujeres semidesnudas, en los días que llevo aquí el clima no cambia y la casera de mi hostal me dijo que no lo hará, que Acapulco es un semi-paraíso Azteca. Llegue con estas mujeres y no fui respetuoso, hay algo en mi que me dice que no lo sea, como si no se me permitiera hacerlo, aunque ellas se dan a respetar, que si papi tócame aquí, dale por allá, más duro, que grande la tienes, pero eso sí, por nada del mundo me vayas a dar un beso. -Mujeres, desvístanse que llegó su papacito y tómala, un bolsazo por cada lado, lo bueno que eran tres, donde hubieran sido todas, no podría contarles esto, pero lo entendí, a la mujer hay que respetarla ya sea que use vestido de monja o un bikini con tanga.

Para el domingo me encontré muy triste porque era el momento en la que nuestra vida de casados estaba por terminar, ella me tenía confianza, me había dejado solo en su casa mientras iba a visitar a sus amigas de la universidad, yo como de costumbre, revise toda la casa, no era nuevo, me gusta chismear, busque por todos lados. Por fin lo encontré, un poco de dinero, solo quinientos pesos, salí a la tienda y los gaste en una película, un libro barato y unas palomitas, es una casa grande y solo tienen ese dinero parecía contradictorio. Después de otra búsqueda de unas tres horas, debajo del colchón en una de las tablas que parecía rota, había un sobre pegado por debajo, invisible para los ladrones, pero no para un recién casado (que entonces me sentía así) que busca dinero para mantener a su mujer, tome el dinero, sin contarlo para no sentirme culpable, lo escondí en mi bolsa y entendí que era hora de marcharme. Tome el metro hasta mi casa, Clara me llamó varias veces pero yo no conteste, por las siguientes tres semanas el teléfono no paraba de sonar y tal vez piensan que debí apagarlo pero era bastante obvio que si lo apagaba era yo el culpable, mejor dejarlo sonar y que pensara que me aleje por desdén y que después de tener sexo ya no quería nada más. Varios amigos me contaron que los padres estaban molestos por la pérdida del dinero, el teléfono dejó de sonar y yo no podía hacer nada, no podría regresarlo y no podía gastarlo, al mismo tiempo, creía que si le explicaba que era para escapar juntos, ella contenta se iría conmigo de la ciudad y buscaríamos un nuevo inicio, 3 meses encerrado en mi casa manteniéndome con verduras en lata y comida a domicilio. Ella nunca conoció mi departamento, pequeño y a las orillas de la ciudad, me hacía sentir el abrigo de un hogar, parecía abandonado y temía que sí ella lo miraba me dejaría por otro hombre con mas suerte.

Pensando durante las noches y durmiendo durante el día, se me ocurrió la grandiosa idea de escapar de ahí, a fin de cuentas, yo ya estaba solo, había perdido a mi amor por dinero, de la misma manera que perdí a mis hermanos al momento de repartir la herencia de nuestros padres. Fue entonces cuando decidí venir a Acapulco, vivir un gran sueño, podría dejarme crecer el cabello y practicar surf, debí pensar que estaba delirando porque cada vez tengo menos pelo y nunca tuve tabla de surf. Me fui caminando hasta la estación de camiones y antes de eso tome un recibo del celular de Clara, lo abrí con mucho cuidado e inserte una carta de despedida, le pedía perdón, no por el dinero si no por dejar nuestros sueños. Todo listo, partí a la estación de camiones, para pasar desapercibido, use la misma camisa con la que jugaba futbol y los mismos shorts con los que lavaba el carro de mis padres, tomé un autobús barato y durante el camino me mantuve planeando mi nueva vida. Estando en Acapulco, las cosas cambiaron, primera parada una tienda de ropa, segunda parada un bar y tercera las profesionales. Después de la lección que aprendí solo podía imaginarme con Clara en su cama, esos tornillos que aflojamos y el espantoso desayuno.

Todo estaba perdido, yo tan camisa floreada y ella tan smog, yo tan tropical y ella tan citadina. Me despertó un gran ruido por la madrugada, al salir pude ver a dos mujeres ebrias, con un tambaleo parecido a un vals de quinceañera, las seguí, pronto se dieron cuenta de esto y me llamaron -Hombre, vas a pasar o te vas a quedar mirándonos nada más. Pasé la noche con ellas, dos hermosas primas que habían decidido visitar las playas de Acapulco desde el norte del país, blancas con cabello negro y una altura por encima de las mujeres de la capital, durante la noche hablamos del pasado y de lo triste que es el presente, yo estaba teniendo mi primer acercamiento con mujeres de verdad, les conté sobre mis lecciones aprendidas y sobre mi huida, ellas solo me miraron tiernamente, la menor de ellas no dejo de hacerlo durante todo la noche y en la mañana que me despedí se lanzó hacia mí y me mordió los labios.

Las busque por la mañana, las busque por la noche, las busque en la plaza y en la playa, pero ni un rastro de las dos hermosas norteñas, por mi cabeza pasan muchas cosas, volver a la escuela, volver al D.F., buscar a Clara, ir con las profesionales o quedarme solo con el sentimiento de ese beso que sin respeto a mis dientes de plata y a la ley de las prostitutas diluye el recuerdo de Clara, de mis hermanos, de mis padres y obliga a reinventarme.


sábado, 30 de mayo de 2015

Los amigos o nada para recordar.

En una tarde de calor verde, varios hombres se encontraban reunidos, sumaban ya treinta y cinco calurosos veranos que lo hacían, algunos de esos veranos con intervalos de alegría, que tristemente no todos compartían.

Pedro habla con sus compañeros sobre su pasión por el mar, uno de los más viejos lo escuchaba con atención, haciendo solo pausas para disipar dudas. -¿Qué tendría que llevar a la playa sí fuéramos cuatro personas, un perro y dos pericos? ¿Tendría qué comprar agua o podría beber directo de las olas? ¿Irías conmigo?. Ese viejo lleva todos los veranos planeando unas pequeñas vacaciones a las playas de Michoacán, sus escasos recursos se lo impiden, pero no lo hacen titubear en su decisión.

Por el contrario Federico, un hombre con pequeña voluntad pero mucha palabra, suele presumir sus viajes por el mundo, aunque de un modo salvaje y sin filtros ¿Como puede hablar del mismo modo de Berlín, Beijín. Barcelona y Bogota?. Con poco respeto a las ciudades que visitó cuenta sus aventuras, olvida monumentos, museos y bares pero recuerda con certeza cada peso gastado en los viajes, con el itinerario lleno, el mismo admite que en cada viaje visita tantos lugares que no logra recordar los pequeños y como maldición recuerda peajes, gastos de transporte y el a veces elevado precio del agua embotellada. Todos incluyendo a sus hijos lo juzgan de viejo loco y a sus espaldas le ponen sobrenombres y lo tachan de tacaño.

-Nooooo wey, ya te afedericaste, ya ni quieres sacar pa' las chelas, yo te dije que si no traías feria mejor ni vinieras, así no se puede, todo en la vida cuesta es por eso que traemos la troca pa' que sepan que la armamos, imagínate que nos hubiéramos traído tu surito jajaja pareceríamos taxistas, es que no entiendes pero como te ven te tratan, es más, te acuerdas de mi prima, sí la que era bien puta, sí pues porque crees que esta soltera, claro, todos veían que las andaba regalando y pues nadie la tomo en serio, por eso hay que cuidarse, la siguiente ves que salgas conmigo te traes unos mocasines y un diego en la cartera mínimo.
Esteban, uno de los jóvenes, el cual nunca se preguntó el motivo de las reuniones (su asistencia se remonta solo a 3 años atrás) suele llevar gorras para tapar su calvicie juvenil y barba larga para compensar el pelo perdido, él imagina mientras los viejos hablan de la melancolía del pasado, sus ideas lo llevan hasta los lugares de donde sus cansados compañeros hablan, lugares de aventura, de acción, de tiempo y anarquía.

Desde los baños se escucha un sonido terrible, parece que alguien sufrió un ataque, Lula (la única mujer de la reunión) corre por el pasillo, cuando se encuentra de frente a la puerta voltea y solo ve humo, llama a todos con un grito, tardan en llegar porque antes de correr tienen que encontrar bastones y ayuda para levantarse de las sillas. Entre el humo se escuchan dos carcajadas, un hombre alto con barba blanca y un parecido a Santa Clos sale de uno de los baños. Lula pregunta extrañada -¿Qué pasa Rodo? -Nada mija, nada, usted siempre tan metiche, mire ¿Quien le dijo que puede venir al baño de hombres?. Lula aunque no contenta con lo que sucede, regresa a su silla y advierte que es otra de las bromas del ya zafado y pasado de años de Rodo.

-Ya se acabo la Lula, estoy seguro que es porque no se fue conmigo, yo le ofrecí que nos fuéramos pa'l D.F., pero no quiso quesque porque su mamá estaba enferma, pero ya ves, nada más me fui y la vieja luego luego se murió, yo creo que ella ya sabia pero si me decía, me hubiera esperado a que azotara la doña para llevármela, pero tampoco es que me duela eso, si no que ahora ni me pela, ahorita mismo sí ella quisiera me la llevo pa' Iztapalapa y le pongo su casita, bueno bueno es que mi vieja no se tiene que enterar, ya sabes que esta medio ruca y se le va la onda, le puedo decir que en la fabrica me cambiaron de turno y así me hago como en las películas, doble vida, no le quiero decir que ya me van a dar mi pensión, es caer muy bajo, de segurito que sí le digo rápido jala conmigo, pero para que quiero a una interesada, lo que importa es que te quieran y que te cuiden.
Es bien sabido por todos que tan gran cantidad de hombres no pueden estar juntos sin ganarse problemas. En la mesa cercana a la barra se escucha a dos hombres discutir, un hombre chaparro grita -Mira hijuelashingada sí me quieres engañar vas a amanecer colgado de un puente. -No, tranquilo Juan, te estoy diciendo que todo esto es neta, este pomo vale $400 pesos. -Bueno te voy a creer, nada más porque no quiero hacerla de pedo frente a todos, pero me cae que no vuelvo a pistear contigo. Uno de los que se encontraba sentado se levanta de la mesa. -No vuelvo a venir a estar reuniones, ya me lo había dicho mi vieja, ¿Para que quieres ir con esos viejos? Y sí, tiene razón solo que no puede saberlo ¿Qué voy hacer ahora? el año pasado me dejaron de hablar todos por decirles que es una perdida de tiempo estar juntos, chingado.

¿Cuál es la razón que une a tantos hombres? Ellos trabajaban en una pequeña asociación dedicada a cuidar migrantes del sur, en tiempos que viajar hacia el norte a demás de asegurar aventura significaba abundancia. Su juventud fue entregada a esos hombres que emprendían largos viajes, en los que las fronteras y las leyes se volvían humo. En un lugar podían llegar y trabajar en cambio en otros se mantenían escondidos con su equipaje a no más de tres pasos por si tenían que huir. La asociación tenia por nombre "los amigos del migrante", entre estros hombres agrupados se encontraba el medico, el encargado de las finanzas, el cocinero, el gerente y todo aquel que tuvo una actividad por lo menos continua en "los amigos del migrante".

-Fíjate Ricki que a veces pienso -Ah piensas, no manches no seas presumido -No, de verdad, esto es serio -Bueno, Bueno -Mira es que estoy pensando que juntarnos cada año es inútil, no hacemos nada, cada día nos hablamos menos y de algunos ya ni recuerdo los nombres.

Un día los hombres del sur decidieron quedarse en casa y no volver a viajar, los tiempos aunque no mejores sí menos esperanzados, lo cual había hecho que todos ellos quedaran sin empleo, los empresarios y el gobierno poco a poco dejaron de apoyarlos. El pueblo se quedo sin viajeros y con poco trabajo, los que contaban con títulos académicos lograron instalarse en empresas, los menos afortunados regresaron a la siembra de agave. Todos tristes por haber entregado su vida a un trabajo que se había esfumado.


 En cada aniversario de la asociación se reunían, cada vez con mayor nostalgia. Él que antes se había encargado de las finanzas hablaba ante todos sobre los momentos de aventura, de ayuda, hablaba sobre la gente que ayudaron a no morir y sobre la que ayudaron a morir, recordaba la fortaleza de los hombres viajeros y se preguntaba de una forma casi poética ¿Cuando volverán viajantes? ¿Cuando volverán errantes? ¿Cuando volverá la esperanza del sur?. -Oigan hombres, estoy hablando, de verdad que con ustedes no se puede hablar de cosas serias, uno que quiere recordar los viejos tiempos y ustedes pensando a que hora llega el mariachi.