Dentro de mi hay un humeral que florece, como desde un centro que se abre para todos lados, como si quisiera salir, esconderse,entonces me pregunto ¿Quien fuera Juan o Pedro? O por que no ¿Alejandro? Pero si ya soy, entonces ¿qué vale más en el ser?
Tomamos la avenida A y giramos a la izquierda, me encuentro esperando el verde, el papá de mi amigo me voltea a ver con cara de asombro o es como de enfado, yo solo trato de no hablar para no parecer idiota, es triste pero los problemas son sencillos, entonces es cuando me pregunto que es lo paradójico, siempre habrá cosas paradójicas o a veces no hay sentido ni por el reverso ni al derecho.
Pensándolo bien, aquella noche abandoné el ballet, no hay forma de que regrese, por lo menos no siendo el mismo, por lo menos no siendo otro, y es que si sientes que desfalleces no es el resultado de una o dos ,sino de tres o cuatro, pero cual sera el fin último, ¿la calma?, el dolor? O la penumbra de tus ojos azulados que se oscurecen al pasar la noche y es cuando lo veo todo más claro y aunque suene extraño es que siempre lo espere, lo espere como cuando un novio espera a su futura esposa y esta nunca llega, lo deja o se dejan, porque tal vez lo acordaron y tal vez la mala no es ella sino el y ella pudo fugarse en cuanto el novio parpadeo, en cuanto tuvo un momento de flaqueza.
Entonces ya no hay asombro, eso se queda para unos cuantos, para los incautos , para los ilusos, para aquellos que no saben que todo esto ya esta arreglado o por lo menos pensado, que nada puede ser coincidencia, que más bien es destino, un destino sucesivo e infinito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario