jueves, 14 de enero de 2016

El reto de no morirse por dentro.

Mi madre me llama a la puerta, dice que me levante, no me gusta, lloro, pataleo y grito. Quiere que me siente y coma, yo quiero, en cambio alargar mi sueño, y es que los sueños a veces son bastante divertidos o te sumergen en historias o lugares que pueden ser lejanos o lugares dentro de ti, como ese lugar donde se guardan las palabras, ese sitio donde son escogidas y en lugar de lanzar un
               —¡No, quiero seguir durmiendo!
Se lanza un tímido
               —Si —y camino hacía la mesa y desayuno.
Desayuno huevos con pan, y es que desayuno en lugar de estar soñando y buscando por que desde hace días aunque me baño siento que apesto, desde adentro apesto, hay cosas que por dentro se están dañando.

Doscientos cincuenta y cinco es un número muy largo, podría escribirlo 255 y se vuelve corto pero también le quita el sentido, porque para mi tiene mas sentido decir que tengo doscientos cincuenta y cinco sueños, en lugar de decir desde hace 255 días que no duermo, lo veo absurdo, claro, pero si bien en este momento no sé que significa para mi ese número, una voz me retumba que no es por casualidad, porque desde ese lugar desde donde me pudro, se escogió primero 255 y no solamente diez o doce, igual no tendría mucho sentido pensarlo por mucho tiempo, porque si lograra encontrar la razón seguramente no la escribiría y lo dejaría así nada más para que ustedes lo vieran.

¡Acepto el reto! me sentare aquí y pondré mis símbolos a tu disposición, así nada más, sin pensarlo, para ver si logró ventilar mis entrañas.

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